El músico que ha grabado con JLO, Marc Anthony, Julio Iglesias, La India y forma parte del grupo Niche desde hace 22 años, encontró un donante de riñón que lo salvo, después de que lo habían desahuciado.
Desde la clínica, donde se recupera del trasplante de riñón que le acaban de hacer, Douglas Guevara da testimonio de “lo grande que es el Señor y lo importante que es salvar vidas. Hay muchas personas en el mundo padeciendo por falta de órganos y es muy triste que no tengamos la educación de hacerlo. Me trasplantaron un riñón y ¡voy a vivir! Hay que tomar conciencia”.
El percusionista, considerado como uno de los mejores, heredó de su mamá una poliquistosis en los riñones, enfermedad que a los 26 años empezó a manifestarse (hoy tienen 47) y que empeoró hace seis cuando surgió una falla renal y fue difícil controlarla.
¿Cómo han sido estos últimos años?
Duros. Cuando empezó la falla estuve internado tres meses en la clínica y desde ese momento mi vida cambió. Empecé con terapias de hemodiálisis en las que me ponían en una máquina cuatro horas, y así duré seis meses. Era traumático porque me sacaban toda la sangre, la pasaban por una máquina que la limpiaba y volvía a entrar al cuerpo.
Con la diálisis peritoneal iba todos los días a la clínica; una ambulancia me recogía a las 5 a.m. y me llevaba hasta la unidad renal, donde pasaba hasta 10 horas conectado.
Cuando el cuerpo se estabilizó, la doctora, que sabía que era músico y que necesitaba seguir viviendo, me habló de la diálisis peritoneal manual continua, que podía hacérmela yo mismo cada tres horas.
¿A raíz de eso retomó las presentaciones con Niche?
Sí. Llevaba una cantidad impresionante de líquidos a los viajes; eran más o menos cuatro o cinco maletas con bolsas de diálisis suficientes para los días fuera de casa. Fue difícil y dejé de hacerlo porque a veces era imposible y la aerolínea me cobraba exceso de equipaje. Hacía los viajes cortos, y durante cinco años la gente me veía en tarima, pero nadie sabía lo que hacía para poder estar ahí. Desde que llegábamos a un lugar me hacía el procedimiento y lo mismo al final, así estuviera cansado.
Hace seis meses, Douglas recibió la orden de la unidad renal para el trasplante, y después de pasar todos los exámenes respectivos, entró en esa lista de espera que para él tuvo un final feliz. “Me dijeron que había un posible riñón, pero que pensara que de pronto no era compatible. No me emocioné y pedí que se hiciera la voluntad del Señor, pero cuando me confirmaron que todo había salido bien, no podía creerlo. Al despertar en cuidados intensivos sentí tristeza y lloré por aquellos que como mi mamá, mis dos hermanos y mi abuelo se han ido por no tener esta segunda oportunidad”.
Usted había podido pensionarse…
Claro, pero no lo hice porque no sirvo para estar encerrado en la casa.
¿Pensó en la muerte alguna vez?
Sí, pero nadie está preparado. Estando hospitalizado y una doctora delante de mi esposa, me desahució. Me dijo que se me había acabado mi cuarto de hora y me hizo sufrir mucho. Mi mujer me dijo que Dios me iba a dar una segunda oportunidad y me tranquilicé, pero ella la denunció.
CRISTINA ESTUPIÑÁN
Para El Tiempo
Fotografía: Cortesía Grupo Niche